Un veintitrés de Octubre al final de la tarde en el municipio de Escandalera, en la comarca fronteriza con el parque Kuturman un relámpago alado recorre, destruye, ensombrece y perpetra un atentado en su alma, dejándola postrada para siempre en una silla de ruedas. Un año antes, su hermano mayor, celebraba entusiasmado el récord mundial de los 100 metros lisos mientras sorbía incansable un refresco con gas. Ricardo siempre recordaba como Felipa le decía que un árbol era un árbol y nunca podría ser metal.
Massachusetts viajaba con Gretel, el coche gris, descapotable del setenta y seis. En su maleta se retorcían dos camisas rojas y una amarillenta. Todavía me da pena cuando escucho esta canción. Los dos mintieron y sorieron complices pese a que minutos antes un pájaro llamado odio golpeaba el parabrisas dejando un reguero de pesar.
Puedo girar el volante cuando quiera de forma tan brusca como quiera y elegir la curva que quiera…puedo girar el volante y quieroypuedo y… Un árbol dos árboles, tres árboles, un árbol, dos árboles, tres árboles, jamás dejaré que llegues, jamás dejaré que llegues a mis llagas, no te tiñes, jamás, no tienes agallas. Un árbol, dos árboles, tres áboles, jamás dejaré que llegues a mis llagas, descortés inhumano, no temo a la muerte, no temo a la muerte no te temo, muerte. La culpa la tienes tú, estás sano, insípido, jamás sabrás lo que es tener…un árbol, dos árboles, tres árboles. La sirena les reconectó, siguieron con la mirada su destino. Un árbol, dos árboles, una casa, dos casas, un primero, un segundo, un tercero…la puerta que se abre y el rayo alado que recorre, destruye, ensombrece y perpetra un atentado en el alma dejándola postrada para siempre. Ricardo sonríe, no recuerda su nombre, sorbe su nombre. En el fuego una olla de metal que se cuece a fuego lento con la leña de un árbol, dos árboles, tres árboles….Fin.